-
Queremos para nuestros hijos una formación afectivo-sexual positiva e integral, en el marco de una educación gradual en la responsabilidad y el amor, y en la consideración del matrimonio y la familia como el ámbito natural de ese amor y de esa educación.
-
La sexualidad es parte de lo más íntimo y valioso de la persona.
-
Es preciso aprender a vivirla integrándola en el amor, en un proyecto de vida familiar. Para ello, la educación no debe limitarse a aspectos biológicos y sanitarios: ha de incluir la educación en valores como la generosidad, la humildad, la entrega y el respeto.
-
El amor no es un juego, ni una búsqueda de placer individualista o egoísta, sino entrega libre y responsable de la persona para el bien del otro, en la que el hombre encuentra su felicidad.
Porque tenemos el DEBER y el DERECHO a educar a nuestros hijos