“Políticas Públicas y Diversidad Sexual”.
Para saber qué se está enseñando a los docentes en el “Curso virtual de Educación y diversidad sexual” organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, podemos ver lo que explica quien es el orientador de este curso, Diego Sempol, en su librillo (publicado en el sitio web del MIDES: http://www.mides.gub.uy/innovaportal/file/20120/1/librillo_07.pdf) “Políticas Públicas y Diversidad Sexual”.
Transcribimos algunos pasajes, con los que se responde a las siguientes cuestiones: ¿por qué un enfoque “político” de la sexualidad? Las inclinaciones y lo que cada uno haga con su actividad sexual, ¿son algo íntimo, personal y privado, o tienen relevancia social y política? Así lo explica Sempol:
“En los últimos diez años, el movimiento de la diversidad sexual en Uruguay logró importantes conquistas legales y simbólicas en la lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Estos actores sociales introdujeron nuevas nociones de ciudadanía al politizar aspectos tradicionalmente considerados íntimos y denunciaron la existencia de un déficit democrático y profundas desigualdades al interpelar la hegemonía heterosexista a nivel político y social en nuestra sociedad”
Y aclara que “Judith Butler en “El género en disputa” (Paidós, Buenos Aires, 2001), señala cómo en la sociedad existe una legitimación de los cuerpos que cumplen con la norma heterosexual y las expresiones de género socialmente esperadas, a través de toda una serie de normas regulatorias que aseguran la hegemonía heterosexual al identificar esta identidad con lo plenamente humano. Todos los cuerpos y prácticas sexuales que escapan a este marco regulatorio son vistos como meras copias de lo considerado “natural” u “original”, lo que permite clasificarlos como algo “abyecto” o “burdo”, fomentando así desde el vamos el desprecio y el estigma. Este tipo de clasificaciones que valoran exclusivamente lo heterosexual como lo normal y natural son llamadas heterosexistas, en la medida que no permiten abordar estos temas desde una perspectiva centrada en la diversidad y la igualdad.”
Más adelante, en el mismo sentido, dirá: “La identidad de género, señala Butler, no es expresiva del sexo anatómico de las personas, sino que esta relación es construida socialmente con mucho esfuerzo. El fin de este trabajo social es estabilizar la relación entre identidad de género, sexo y orientación sexual que permite a los hombres masculinos y mujeres femeninas heterosexuales recibir toda la legitimación social, mientras el resto de las combinaciones posibles son consideradas como abyectas y meras y burdas copias de lo heterosexual”
Luego de aclarar el propósito de su escrito: “En este texto intento analizar algunas claves teóricas para enfrentar los desafíos que una política pública instrumentada desde el MIDES -al ser concebida desde los Derechos Humanos- debe tener presente al momento de abordar esta temática”, continúa señalando: “Es evidente que la sociedad uruguaya está viviendo hace ya casi un lustro una creciente “renegociación del orden sexual”, en la medida que debido a la creciente movilización y presión del movimiento de la diversidad sexual uruguayo la frontera moral que separaba las sexualidades legítimas de las estigmatizadas ha sufrido movimientos importantes, a través del reconocimiento de derechos y la visibilización de identidades bajo un nuevo formato, que han desplazado en forma progresiva visiones seudocientíficas que las patologizaban y estigmatizaban.”
Más adelante, propone:
“Esta situación plantea una nueva agenda de trabajo, que exige primero que nada a las autoridades y funcionarios formarse a efectos de incrementar la deconstrucción de las fuertes naturalizaciones y prejuicios sociales aún hegemónicos en nuestra sociedad …”
“(…) es un buen momento para ir un poco más lejos y tratar de instrumentar una estrategia política”.
Veamos ahora qué dice sobre la segunda cuestión planteada como eje central del Curso virtual de Educación y diversidad sexual: ¿qué ideologías están en el fondo de estos planteamientos? En el programa del Curso se señala que “se introducen algunos aspectos centrales del pensamiento de Michel Foucault, la teoría queer, la realidad trans”. ¿Cuál es su pensamiento? En el mismo texto que venimos citando, Diego Sempol lo explica.
“Este enfoque fue introducido en forma pionera durante los años setenta con la obra de Michel Foucault, quien sentó las bases para el estudio sobre la homosexualidad, al precisar que el “homosexual tal como lo conocemos es un invento relativamente moderno”, procurando resaltar el papel que la sexualidad tuvo en el ejercicio moderno del poder. Foucault propuso pensar la sexualidad no como un dato de la realidad, sino antes que nada como una construcción social. La sexualidad, señala, pasó a ser en la cultura occidental moderna una fuente de afirmación, información y definición sobre quiénes somos, volviéndonos así sujetos identificables y definibles. Aunque en apariencia cada vez hablamos más de sexo, aclara Foucault, esta explosión discursiva más que una liberación fue un cambio en la forma de ejercer el control sobre los individuos. Estas prácticas discursivas al promover la búsqueda de la verdad sobre nosotros mismos en el sexo, articularon sexualidad e identidad, configurando formas de dominación propias.”
Más adelante, se pregunta Sempol:
“¿Pero sujeción a qué? Según Foucault ‘La sujeción más tenaz de la diferencia es, sin dudas la de las categorías, ya que permiten -al mostrar de qué diferentes maneras podemos ser- especificar de antemano las formas de atribución del ser, e imponer de cierta manera, sus esquemas […].’ Este funcionamiento permite el reconocimiento y clasificación de las experiencias de los individuos y grupos, pero en realidad son prácticas discursivas que no definen objetivamente la realidad social, sino antes que nada, construyen esa realidad al momento de categorizarla (ponen énfasis en algunas cosas comunes y silencian muchas diferencias que también existen).”
La ideología “trans” la explica explica en una nota al pie:
“En las últimas décadas se impuso el término trans (más inclusivo) para nombrar a travestis, transexuales y transgénero, es decir aquellas personas que, viviendo en un género diferente del asignado al nacer, recurren o no a cirugías y/u hormonas. Lo que caracteriza a lo trans es la contingencia: no existen ni dos sexos “naturales” entre los cuales moverse, ni una relación obligatoria entre anatomía, identidad de género, expresión de género y sexualidad.”
Más adelante, Sempol considera que, con las identidades trans, introducen un elemento relevante:
“La posibilidad de que existan mujeres con pene (la anatomía socialmente asignada a un hombre) y hombres con vagina y útero (la anatomía socialmente asignada a una mujer) erosiona la supuesta coherencia de la heterosexualidad y el género biológico, e interpela las naturalizaciones más fuertes que existen a nivel social, revelando una vez más la dimensión política que encierra toda identidad.”
Finalmente, en cuanto a la “teoría queer”, Sempol aclara que es de “las teorizaciones más recientes”, y que supone una superación de las anteriores, pues no implica ninguna relación entre “sexo anatómico” y género: se desvincula el género de toda referencia a lo natural, mientras que en las otras variantes (homosexualidad, lesbianismo, transexualidad, intersexualidad, etc.), las personas se identifican -al menos en su actuar- con alguno de los dos sexos naturales: varón y mujer.
“Las políticas queer (raro en inglés) aparecieron en los años noventa luego de una fuerte crítica dentro de la comunidad gay y lesbiana, que denunciaba los regímenes normativos y los efectos excluyentes de las identidades, propugnando la construcción de una base identitaria abierta y mucho más flexible”.
“La cultura gay desarrolló así una fuerte misoginia y prácticas neomachistas que tienden a reforzar y naturalizar la idea de que la identidad de género está ligada indefectiblemente al sexo anatómico.”
“Más aún la relación entre género y sexo ha sido también problematizada. La visión tradicional académica comprendía los roles de género como un fenómeno cultural y la morfología anatómica como un dato dado. Las teorizaciones más recientes, como la teoría queer (Butler, 2002) señalan que ambos aspectos son culturalmente construidos, por lo que a efectos de superar el dualismo naturaleza-cultura, se debe utilizar los términos sexogénero juntos, en la medida que esto contribuye a su vez a desarrollar un análisis más complejo de la interacción de ambos aspectos y a desarrollar visiones no esencialistas sobre el cuerpo y la biología.”
“El problema con las identidades sociales, como señala la teoría queer, es que una vez que se estabilizan y consolidan, silencian los debates políticos mediante los cuales se definió quiénes quedaban incluidos y quiénes excluidos, reproduciendo así a partir de ese momento mecanismos opresivos…”